EL obispo Cañizares visita la feria medieval.
El tomás, el alfón, , el pastilla, y el angelillo , treintañeros llegados de los barrios proletarios depauperados por la crisis de barriadas de texas, el toledo y la unión en vall uixó. Convergen en diferentes centros sociales ubicados en la avenida Jaime I que irradian toda la rabia de las instituciones creadas en la existencia capitalista contra los pobres bajo rótulos en las entradas donde se lee: servicios sociales, cáritas, cruz roja. EL tomás, el alfón, el pastilla y el angelillo proletarios que en su juventud han tenido trabajo temporal de peones y se han emancipado de sus hogares, ahora gritan frente a las vallas de la cruz roja, y junto la caseta de servicios sociales, con instintos de perros porque les niegan el pago del recibo de la luz. Se une a ellos el Trompeta, el marica del grupo, está contento porque le ha dado por culo un moro hace un momento. En su mano como siempre llevaba la trompeta.
Toca algo trompe- le pide el alfón sombrío cuando se une sonriendo el marica al grupo. Hartos de ladrar se separan de la valla para sentarse en un banco de la avenida Jaime I instalado frente la cruz roja.
Y el trompe soplando frente a ellos con sus mofletes anchos empieza a echar aire al instrumento semejando su bella figura la de uno de esos ángeles trompeteros que anuncian los evangelios en los cristales de la iglesia de la Asunción. Interpreta un sobrecogedor pasodoble torero que anima a todos, incluso a los inmigrante y refugiados que están al otro lado de la acera de la cruz roja formando un grupito entristecido alrededor de la palmera plantada en un alcorque de la acera. Las cabezas cubiertas con trapos las mujeres, y los hombres vestidos como de la mitad del siglo XX.
Atraído por esta estética solemne que no arroja su luz en la historia, el obispo Cañizares pregón de la feria medieval de vall d ‘uixó y boina verde del señor, da un giro en la intersección de la avenida del sagrado corazón de Jesús alejándose de las paraetas de la feria medieval, para acercarse a la avenida Jaime I atraído por el sonido de la trompeta y la visión de esos cuerpos sin luz que flotan a sus ojos a lo lejos como lejanas estrellas olvidadas a las que debe llegar el señor.
-ME cago en Dios y tanta miseria- grita angelillo sentado en un banco conmovido escuchando tocar al trompeta :
Ha caído.
Sonriendo el Obispo Cañizares que se acerca alegre pregunta a Angelillo denotando autoridad, como alguien que quiere hacer favores:
¿ Cómo se llama usted señor?
El tomás, el angelillo, el trompeta, el pastilla, el alfón, miran al escuchar una voz autoritaria viendo un cuerpo que está cubierto de un traje purpura que denota poder, aunque su mirada es feliz como un cristo moribundo en la cruz por estar entre los excluidos. venciendo las contradicciones de la iglesia y los ateos tiende su mano y su bendición sobre la testa de angelillo.
Angelillo- responde sonado su nombre a santo y pobre.
Una fraternal sonrisa se escribe en el rostro del Obispo cañizares que se acompaña de un claro de nubes del que bajan varios rayos que caen sobre cada una de las cabezas de ese grupo de excluidos mientras el trompe apuntando al cielo con su trompeta mueve su cuerpo ligeramente, de forma semejante a las mujeres dejando ver con la luz una pequeña mancha a la altura del culo cuando empieza a soplar
El obispo Cañizares en éxtasis y parpadeando susurra bendiciendo y acariciando la cara de angelillo:
Vosotros sois trigo limpio.
Angelillo rechazando la caricia por considerarla falsa:
Usted vive como un rico de un estado traidor y de la fantasía de un Dios muerto.
El obispo cañizares evitando tratar de escandalizarse con las contradicciones, le responde suave y educado, convincente:
También predico con mi ejemplo y con mi acción: empieza salvándote a ti mismo, eso es lo que digo a la gente como vosotros. Otra de mis máximas hermanitos es: no tengas piedad con los que no sean trigo limpio. ( meciendo sus brazos ante ellos ) Doy ejemplo de que el amor al prójimo es una mentira, hago sermones de mucha audiencia donde pido desde el púlpito que nadie ayude a nadie, pues cuando ayudas a alguien esperas algo de este, o peor aún, el prójimo se te mete en casa y te asesinan. Os equivocáis conmigo si me rechazáis por rico y poderoso. Os digo que merezco estar entre vosotros Angelillo.. ( rostro amable del obispo cañizares al decir esa última frase que desconcierta a todos)
El tomás se emociona con el sermón:
Usted debería formar un partido político, mucha gente le seguiría. Yo desde luego, y creo ( señala a sus amigos) que estos también también.
Estos mueven la cabeza como hierba seca afirmando en silencio.
El obispo Cañizares agarrando su mantón purpura se sienta entre el tomás y el pastilla que se lía un porro. Hace gesto de una calada que le pasa mientras haba feliz con los muchachos rodeando con sus manos los hombros al pastilla y al alfón:
Veréis hermanitos míos, soy muy vago para eso. Me limito a dar sermones.
Las campanas empiezan a sonar y las autoridades del ayuntamiento que buscanban al obispo lo llaman de forma paternal.
Padre, ya sabemos de su amor con los desposeídos y los niños, pero el comercio de la feria medieval necesita de su bendición. ya están preparados los herejes para la decapitación, los pajes están muy impaciente, y los caballeros de la justa se impacientan con la espadas afiladas echando chispas por saber quien se la va a clavar a la fallera mayor tras el combate.
EL obispo, lento y cansado se levanta.
El pastilla le recuerda:
Padre, el canuto.
Y Don Cañizares de mala gana por culpa del trabajo se despide afectuoso:
Ay, hijos míos, con mucho gusto me quedaría con vosotros en el camino de la perdición, pero ya veis, la faena, bendecir una empresa, un mercado medieval, un barco de la armada, una bomba nuclear. Vigilias por el bombardeo de Jerusalén para acabar con las mezquitas. La faena de un obispo nunca termina hijos míos.
El tomás, el pastillla, el alfón, el trompeta, y el angelillo se quedan a oscuras en el banco mientras la luz divina acompaña a Cañizares seguido de la historia. Como los perros petrificados en el suelo que adornan las calles: refugiados, excluidos inmigrantes, forman pequeños grupos silenciados, olvidados, discutiendo entre ellos por un hueso.
Angelillo de Uixó.
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