EL rey Salomón de Vall d´Uixó.
Intro donde se cuenta brevemente el último robo y caso de acoso y persecución en San Antonio ( Vall d´uixó)
Tallos de Vall d´Uixó en primavera crecen y florecen luminosos, exhalando perfume de mala hierba, ascienden apoyados junto a puertas y ventanas, esperando entrar por la reja, y dar la bienvenida al hogar cuando el dueño no está.
Es el crecimiento personal de las plantas.
Los brotes verdes del gobierno.
I.
Un coro de niños, exhaustos en excursión a la ermita de San Antonio se acercan a un poeta al que ven tocando su flauta junto una casa descerrajada y abierta.
Cómo un perro guarda lápidas la cuida hasta que regrese su dueño de cursar la pertinente denuncia, donde expondrá sus más que fundadas sospechas, ahora llamados indicios.
Yo tengo claro de quien se pueda tratar. El rey Salomón también.
Cántanos, Oh poeta, esa bella canción de los judíos- le ruegan los niños. Dientecitos mellados, con el marfil bajo la almohada esperando la rotoncito Pérez, mascan piruletas y dulces que ofrecen cómo dádiva al poeta que les hace una reverencia mientras de la manita de una bella niñita que dice llamarse Penélope ( cómo la argiva de Odiseo) recoge un limón de gominota recubierto de una montaña de azúcar.
El tesoro de Salomón.
La profesora, una progre de izquierda con palestina en la garganta, que no ve mal un estado judío en Palestina si sirve para la paz y el perdón, le ruega al poeta que acceda al canto.
El poeta, en pose de fauno eleva los cuernos al cielo y les pide que se sienten en el suelo pidiendo silencio. Sobre el círculo el poeta entona las primeras notas.
La canción del Rey Salomón de San Antonio.
Con una cimitarra en la mano,
Turbante moro sobre el pelo.
Dos perros caniches a sus pies:
Uno llamado Lex, y el otro Orden.
Angelillo de Uixó,
Juez supremo de la corte de Israel, sobre un trono levantado con el abrevadero de los becerros.
Custodiado por cuatro apuestos, bellos, y jóvenes guardia civiles con claveles en el tricornio.
Varios vecinos del lugar querellados y enemistados.
Acuden encadenados y postrados ante su rey Salomón para que ponga fin a tanto despropósito.
Le informan al oído al regio Salomón:
Ese es el que ha sido robado, días antes amenazado por sus vecinos.
Los otros, señalados por una agente,y asesorados por el demonio, exclaman ufanos y seguros de que no hay pruebas contra ellos.
Testigos, testigos. Los de Jehová también valen. Luces y taquígrafos- desafían chulescos a la sala.
La situación para Salomón:
Complicada y delicada.
Nadie ha visto nada.
Piensa y sentencia a los vecinos imputados:
“Cómo ustedes son los únicos a los que nunca se les han robado, ni apedreado.
Les condeno a sufrir robo y apedreamiento por el resto de vecinos agraviados”
Pega con la cimitarra en el rostro de un imputado.
Así queda el juicio sentenciado.
Salomón es el más sabio.
Azote por igual de criminales e inocentes.
Por la cuesta de los altos de San Antonio, una Jerusalén agreste de ribazos que levanta sus murallas de rodeno donde el algarrobo tiene su centro rodeado de almendros y olivos, van los vecinos recolectando piedras entra las esparragueras dispuestos a cumplir la sentencia.
El juez riñe a un muchacho.
Esa no. ¡ no ves que es pequeña! Ésta mejor, hará más daño- le señala una mucho más grande.
En posición frente a las ventanas de los presuntos delincuentes se sitúan los agraviados.
La fachada de los sospechosos, limpia, sin haber sido apedreada, las puertas sin forzar. Algo incomprensible en la Palestina de la Vall. ¿ Cómo es posible? – les pregunta el juez a un imputado.
Y los medios condes de Egipto, con aspiraciones a ser de la nobleza goda de España, llegados de la árida castilla, tragan saliva disconformes con la sentencia.
¿Podemos apelar?- preguntan muy doctos en leyes.
EL juez Salomón responde anotando su resolución en el acta de los hechos y los jueces:
“No cabe ante mis sentencias ninguna apelación.
Soy el juez Salomón”
El juez, con el brazo en alto se dispone a dar la orden fusilera de apedrear y robar en las casas de los egipcios.
Cuando estos horrorizados de rodillas, imploran al gran juez.
Piedad señoría, piedad, no lo volveremos a hacer. Fue una tontería.
No permitan que nos apedreen, ni nos roben, somos seres humanos, piedad, piedad.
Al la horca con ellos- manda el rey Salomón de San Antonio.
Los niños aplauden el relato, y la progre le pregunta al poeta que relación tiene con Hamlet la historia.
Interesante pregunta, sin duda en la mente de los acosados flotaba el fantasma del padre de Hamlet buscando venganza contra esta gente que les acosa. Su resolución desmayada en emprender la venganza es el dilema Hamletiano que los enloquece.
Angelillo de Uixó.
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