La inclinación de San Antonio.
I.
El rostro de San Antonio parecía el de uno de esos mansos terneros que apacibles pace en las terrazas de montaña o praderas heladas, y cuando medita lo hace de forma humilde arrodillado sobre sus patas entre la pacifica manada, formando todos ellos con sus enormes cuerpos rojos, blancos, negros, un parapeto circular que para el viento, la lluvia, exhalando vapor por las fosas nasales que asciende cómo el humo de las chimeneas en las frías montañas de los valles. Sus dedos ermitaños tocaban las notas más sencilla de la flauta: do, re, mi, sin poder pasar a algo más complicado, mientras luchaba para no cerrar los parpados y recordar a Agraciada, que se le aparecía ataviada con una fina túnica blanca transparente con cintas de oro alrededor de sus hermosas caderas de joven lubrica de grandes pechos tersos de beldad, cubiertos únicamente por su larga y sedosa cabellera morena. Sujetando un canario en la palma de su mano que piaba hermosas canciones de amor avanzaba en su tentación la joven ramera susurrando:
San Antonio, San Antonio, abandona tu inocente castidad y únete a las perras en fiesta, cientos de mujeres cómo yo, amantes de la fiesta, la cultura y los toros, te esperamos aullando lujuriosas, deseosas de ser lamidas, apretadas, abiertas de piernas por tus manos:
aullgggg, aulllgggggg, aulllggggg.
DO, re, mi suena frenética la flauta de San Antonio en lo alto de una pura loma, intentando alejar los ecos obsesivos en su mente de la voz que le invoca de Agraciada, ofreciendo a San Antonio su cuerpo liberado de la castidad y entregado al placer, a las orgías, a la modernidad de la energía cósmica que alcanzada sin esfuerzo, a través de la meditación en las arenas blancas y aguas cristalinas de Ibiza junto a un chaman negro de Jamaica. Así tres veces al año, sancándole el cabronazo del negro más de mil euros al día para que Agraciada cobrará conciencia de la realidad miserable de las mascotas oprimidas en cientos de hogares españoles, y poder proclamar el amor a los animales, unida junto otras fulanas medio piradas de una protectora de mascotas a la causa. conjugando esta noble actividad que absorbía el tierno corazón de Agraciada, con inclinaciones sociales a la extrema derecha neonazi y antiislámica, apuntalada en su porosa personalidad cómo en otros cochinos aburridos de la vida, perdidos y medio tarados de puro vicio pijo formando la nueva ola de ecologistas respetuosos con el medio ambiente, las autoridades, la religión, el capitalismo y las tradiciones occidentales.
San Antonio gritaba ladera abajo, llorando, sin saber si estaba despierto o dormido, con la mente de las jóvenes perras en fiesta danzando cómo amazonas salvajes dispuestas a agotar a los hombre a través de su sexo:
No, no, largo Agraciada. No me uniré a la fiesta ni a ninguna organización de pijos ecologistas fornicadores, largo de aquí puta de babilonia.
II.
Sonaron las campanas un día de enero , y fueron arrastradas con cadenas, con bozal, metidas en jaulas o montados sobre las bestias, entre gritos de exaltación de la fiesta nacional y hecatombes, la tradicional procesión del día católico de los animales.
la publicidad de los actos se quedaron en el monte, colgada de ramas, al igual que la basura de la fiesta, esparcida entre las eras.
San Antonio,un santo casi analfabeto, era capaz de leer algunas palabras, y con la dificultad de un espíritu puro que vivía cómo un ermitaño entre los montes, sin que el estar apartado del mundo le sirviera para que el mundo y sus ojos se olvidarán de él, al final pudo entender el mensaje de los dibujos con toros humillados por mujeres desnudas montada arriba de sus negros lomos, con jarras de cerveza hablando de cultura mientras pedían ser poseídas a la vista de todo el mundo, incluidos los animales, por una panda de farandules que reclamaban una cruzada nacional en defensa de la fiesta nacional.
Confundido con aquellas visiones imprimidas en la publicidad que azotaban el deseo funesto sembrado en su mansa alma en las noches de ventisca, donde agazapado en su cuerva, situada en lo profundo de un agujero cubierto de encinares, el viento huracanado penetraba en aquel agujero despoblado de más utensilios que una escudilla, varios chuscos de pan y un cántaro de agua. La verdadera tempestad se desataba en su interior, que luchaba con la exterior, y arrasaban ambas el cuerpo de san Antonio que caía presa de agitaciones nerviosas, febriles,repleta de dolores internos tan grandes cómo cualquier herida mortal producida en el cuerpo por un arma. Los deseos incontrolados, las fantasías brutales, se plasmaban en visiones, voces de San Antonio dentro de la cueva en la que desfilaban princesas rubias desnudas, esclavas musulmanas de ojos almendrados y misteriosos cómo las estrellas quitándose los velos, diosas Griegas que arrojaban su dignidad y orgullo a sus pies, faraonas de Egipto. las noches, una tras otras, sentía vencida la fuerza de su castidad, transformada en una profunda desesperación vertiginosa que le llevo a una depresión histérica que le hacía no poder acercarse a ninguna persona, al sentir un profundo asco hacia las perversas pulsiones de la humanidad, pese a sentir las naturales inclinaciones hacia la belleza de las jóvenes putas de cuerpo hermoso, y un corazón de mierda que latía en su interior lleno de la suficiente falsedad para no tener problemas en la sociedad, y que nadie más que un santo cómo él pudiera señalarlas con el dedo a las muy cabronas. Aunque ellas se vengaban por la noche buscándole desnudas.
AGGGGGGG
EL horror,
el horror,
el horror,
gritaba cómo loco san antonio en la más absoluta soledad al pensar en las mujeres.
Para san Antonio, ellos eran igual de cabronazos que ellas, pero no tener contactos con ellos no le representaba un trauma, ni le provocaba levantarse presa del deseo febril por las noches, dolorido cómo un animal herido y erecto. San Antonio fue vencido por su propia castidad . por ello no fue comprendido por nadie cuando lo hallaron los forestales con una gallina entre sus piernas que abatía las alas y cloqueaba mientras san Antonio la besaba.
EN el juicio el juez se portó cómo un autentico asno al no tener en cuenta la sensibilidad de san Antonio y su profundo amor a la vida. Él juez veía un monstruo en alguien incapaz de comer una tortilla, o de romper un huevo.
III.
El tren de la indignidad se detuvo en la parada zoofilia. En el anden había ponnys de grandes penes, perros con la lengua fuera, gatas ronroneando, gallinas subidas de tono, y san antonio con miembros de seprona que le desearon suerte. Al subir a nuestro vagón note que su aspecto sobresalía en majestuosidad al resto de viajeros. Lo rodeaba una aura de santidad, era cómo mirar al niño Jesús, pero regordete, calvo y con una gran barba blanca y algo nervioso en los gestos, y la mirada dirigida a todas partes, esquivando al resto de personas.
Caminaba buscando asiento, nuestro compañero, el judío heroinómano había ido a buscar algo de heroína en el anden. Yo le dije que se sentará con nosotros.
Nos contó que acaba de salir de prisión, y no tuvo reparo en contarnos porqué, al fin y al cabo allí todos eramos hermanos de viaje sin importar la tara.
Has cumplido condena por otros san Antonio, por todos los grupos pro taurinos- le comente sabiendo que en este mundo donde la gente solo se dedica a hacer el hijo puta al prójimo, al final acaban pagando unos por otros.
Teresina se conmovió al saber de la vida de San Antonio, y me confesó que si no fuera porqué estaba muy enamorada del joven testigo de jehová, le pediría ser su mujer y padre putativo de su hijo ciego.
Mejor padre no tendría el chiquillo- le asegure yo.
Angelillo de Uixó.
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