Las mujeres son cómo los jueces, provocan para que les digas algo.
Entonces Pedro, llegándose a Él, le dijo :
Señor, ¿ Cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecara contra mí?
¿ Hasta siete?
Jesús le dice:
No te digo hasta siete, más aún, hasta sesenta veces siete.
Mateo.
I.
En los pasillos de los juzgados de Madrid se afinaban retenidas, postradas, humilladas moralmente, y con las muñecas doloridas por los golpes recibidos por la policía, las mujeres que participaron guiadas por su conciencia en un acto de protesta contra el sectarismo de las instituciones. Estaban expuestas a la miradas y burlas de todos los trabajadores de los juzgados, cuyos despachos sin paredes ni puertas, formaban un conjunto de más de una docena de mesas en una gran sala frente a ese pasillo. Su delito era este: acusadas de atentar contra la conciencia.
Los hechos eran los siguientes : en una universidad publica, la de ciencias políticas de Madrid, habían construido una capilla. Allí las mujeres se volvieron Evas y desnudaron sus cuerpos ante las imágenes cómo acto de protesta contra aquella capilla que atentaban contra el laicismo e imponían una moral conservadora a la institución , que ahora estaban comprobando.
En estos momentos se presentaba este dilema al juez y a los sacerdotes, castigar a estar personas por atentar contra la conciencia, que era un subterfugio para decir que atentaban contra las instituciones, que a su vez( las instituciones) atentaban y atacaban la conciencia libre y critica.
La policía que custodiaba a las detenidas, gente sin ningún sentido de la moral miraban con lujuria a las detenidas, especialmente a Rita Maestre cuyas tetas con los pezones puntiagudos sobresalían de una camiseta muy ajustada con el rostro de la Virgen María. las fotos de Rita habían sido publicadas en internet y los agentes al igual que otros funcionarios de los juzgados, sobre cuyas mesas podían verse crucifijos y que aparentemente estaban dedicados a escribir diferente procesos, echaban miraditas para ver a las activistas tiradas sobre un banco de madera.
Uno de los policías habló en voz alta para intimidar a las presas , pues para él solo eran eso , presas ,delincuentes, ni por asomo se le podía pasar por la cabeza que eran gente superior moralmente a él.
Bonitos pechos nena- le dijo, y se asombró y tuvo a mal de que no coqueteara, pues el piropo era bonito y sincero y ella una guarra.
EL sacerdote que presento los cargos entró al pasillo. Era un hombre bajito, medio calvo, vestido con una sotana que le llegaba hasta los pies. Iba acompañado junto al juez, un hombre de cara redonda, con una calva total y brillante, bastante gordo, también vestido con sotana.
EL juez les dijo a las detenidas con amabilidad:
Este hombre quiere hablar con ustedes. No es lo normal, pero debido a su oficio que es perdonar y librar de dolor a nuestros semejantes, creo que es interesante lo que les tiene que decir. Ustedes pueden decidir si le permiten hablarles o no. Es él quien les ha denunciado por su bien.
Las chicas sin decir nada, tan solo con los gestos dieron a entender que le permitían a hablar.
Entonces el cura sacó una gran cruz que les colocó frente a la cara y empezó a decirles:
Arrepentíos de vuestros pecados en el nombre del señor, y os será todo perdonado.
Besad la cruz, comulgar, y retiraré los cargos, y todos los domingos a misa.. ahhhh- hizo un gesto irónico señalando sus ropas , su gesto burlón contrataba con su rostro siniestro al añadir- y bien vestidas.
El juez se conmovió mucho al escuchar esto, en el pasillo se produjo un gran silencio, Los funcionarios vieron cómo la cruz del cura pasaba por las bocas de las chicas que escupían al suelo.
La guardia civil no puso más , conmovidos se pusieron de rodillas para animar al cura:
Si, si, el señor está con nosotros y debe estar con ellas. Esto es bueno, esto es bueno para la patria, sin duda, sin duda.
Entonces Rita apartando su mejilla de la cruz y mirando los ojos medio cerrados del juez que estaba sufriendo una gran agitación espiritual. Sin duda veía próximo el arrepentimiento de las chicas y que aceptaran felices la condena, contestó:
El hombre no debe odiar a sus enemigos ni luchar contra ellos, sino amarlos, ayudarles y servirles.
La cara del juez palideció, sintió cómo si se burlaran de él. Esa palabras las entendió cómo un acto de humillación, de ultraje. Una mueca horrible asomó de sus labios , y pegando un grito que espantó a todo el mundo a su alrededor , cómo salido de la selva o de la locura que se propagó cómo un incendio por todo el juzgado. Gritaba cómo un animal herido haciendo gestos alterados:
Ojo por ojo diente por diente. Te voy a despellejar hija puta, zorra, vas a enseñarle las tetas a tu puto padre, guarra. Vas a besar la cruz hasta que yo me canse para que tengas respeto.
Y dirigiéndose al cura que se santiguaba le gritó:
Deme padre la cruz, deme la cruz Padre, que se la voy a meter por el coño a esta fulana. A mi nadie me torea ni me dice tonterías, soy la autoridad sacrosanta coño. Me cago en la puta. La mato, la mato aquí mismo.
Las presas empezaron a chillar , y otros presos al escucharlo cómo acto de solidaridad también, se montó un gran guirigay en los juzgado. Un guardia civil acudió con una escopeta y empezó a disparar al techo al grito nacional y feminista de:
Coñoooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
pam, pam, pam,pam, pam, pam.
Los casquillos caían al suelo y la gente corrían cómo demonios.
sonaba cómo una pesadilla nacional los disparos.
Y el cura berrendo en latín con la cruz en la mano sacó al juez de allí entre olor a azufre, pólvora y el rechinar de dientes.
amare et sapere vix deo conceditur (incluso un Dios encuentra difícil amar y ser sabio a la vez)
Vamos Paco- le decía el cura al juez- vamos que esa gente ya tendrá su castigo en la tierra y en el cielo.
coñooooooooooooooooooooooooooo
pam, pam, pam, pam, pam.
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